jueves, 7 de marzo de 2013
¿Como leer en biciclet?
''COMO LEER EN BICLETA''
Salvo raras excepciones, los ensayos de combate político y literario tienen una vigencia efímera, porque los hallazgos de un polemista suelen caer en el olvido cuando las batallas que libra pierden actualidad. Por buenas y malas razones, Cómo leer en bicicleta de Gabriel Zaid, publicado en 1975, ha perdurado en la memoria de los lectores, y sigue siendo un libro esclarecedor para entender cómo funciona el mundillo de las letras, para qué sirve el poder cultural, quién busca debilitarlo, y cómo se puede construir una democracia desde los espacios libres de la opinión pública. La vacuna que ha inmunizado a este conjunto de ensayos contra las mudanzas del tiempo es su audaz combinación de libertad y rigor. A contrapelo de la glosa erudita que muchas veces encubre la falta de ideas, Zaid confiesa desde el prólogo su ambición de recobrar el carácter heurístico del ensayo (es decir, su poder inventivo). Se trata, pues, de utilizar la imaginación como herramienta para convencer, en vez de apabullar al lector con el ceñudo gesto de la autoridad intelectual. De hecho, varios de los ensayos buscan sembrar en el lector una saludable desconfianza ante la autoridad que no se demuestre andando en la bicicleta.
Quizá la mayor virtud de Zaid como ensayista sea su talento para hacer extrapolaciones insólitas entre disciplinas remotas: la industria del elogio literario bajo la lupa irónica de un consultor financiero, la doblez del régimen echeverrista sometida al bisturí de un poeta satírico, los relevos generacionales de la élite intelectual, de Altamirano a los Contemporáneos, vistos desde la perspectiva de un politólogo. Quien crea que la invención es un atributo exclusivo de los géneros “creativos” descubrirá en estos ensayos que la agudeza crítica puede ser igualmente pródiga en sorpresas que la poesía o la fabulación.
Pero esta obra de Zaid también está viva por motivos menos agradables, que sólo un masoquista o un militante del PRI pueden celebrar: el estancamiento de nuestra naciente democracia, donde sólo han cambiado las fachadas institucionales para garantizar la supervivencia del aparato corporativo y la impunidad de la corrupción, confiere a sus alegatos contra la “tenebra” oficial una dolorosa vigencia que debieron haber perdido en julio del año 2000. ¿Cuáles son los vasos comunicantes entre las pequeñas miserias de la república literaria y los grandes atropellos del poder? En apariencia es un tanto anárquico o disonante reunir en el mismo libro las diatribas políticas de tono grave, dictadas por la musa de la indignación, y los textos mordaces de guerrilla literaria, en los que el autor denuncia, por ejemplo, la ridícula vanidad de una hispanista ayuna de reconocimiento (María del Carmen Millán) que pergeñó en los años sesenta un diccionario de escritores mexicanos donde le concedió más espacio a su ficha que a la de Sor Juana. Marrullerías de esta clase o travesuras como la de Martín Luis Guzmán, que trucaba las listas de libros más vendidos publicadas en la revista Tiempo para dárselas de best seller perpetuo, parecerían tener poca relevancia frente a la conmoción social provocada por las matanzas del 2 de octubre y el 10 de junio, o ante la demagogia esquizoide de un gobierno manchado de sangre cuyos funcionarios “denuncian valientemente, quién sabe contra quién, lo mal que están las cosas que tienen a su cargo”.
El ordenamiento de los ensayos de Cómo leer en bicicleta, donde se pasa de la diatriba burlona a la impugnación severa, sugiere, sin embargo, que para Zaid las pequeñas claudicaciones del gremio literario ante el poder político, o ante el espejismo del éxito comercial, fortalecían la dictadura del partidazo en la medida en que debilitaban el poder de la inteligencia. Armar una antología de poetas en la que se privilegia a los amigos de la propia generación sobre los decanos del Parnaso es sin duda un delito menor comparado con las atrocidades cometidas por Díaz Ordaz en el 68. Pero en mitad de la lectura empezamos a descubrir el hilo conductor que subyace a esta yuxtaposición de pecados mortales y veniales: si la familia intelectual, incluyendo a algunas de sus figuras más importantes, lucha con tal denuedo por los sellos de prestigio, quedando en ridículo ante la opinión pública, ¿quién puede impulsar un cambio desde el terreno de las palabras y las ideas? El beneficiario directo de tanto fariseísmo, de tanto laurel fraudulento, es en última instancia el régimen autoritario que reparte premios y honores pero no vacila en acudir a las bayonetas cuando está en peligro de perder una discusión.
La esgrima verbal de Zaid alcanza su mayor altura y profundidad en ensayos de psicología social como “Pudores homicidas”, o en alegatos como “Carta a Carlos Fuentes” o “Los escritores y la política”, donde propone un fortalecimiento del poder literario que consiste en ejercerlo con independencia y rigor, aprovechando la apertura coyuntural del régimen.
Alumna:Cinthia Erandi Mendez Aguilar
El patron del Mal
''EL PATRON DEL MAL''
Escobar, El Patrón del Mal, fué una serie
de televisión colombiana,
basada en la historia del narcotraficante
Pablo Emilio
Escobar Gaviria y mezclada con escenas y relatos ficticios. Fue
producida por el Canal
Caracol entre 2009 y 2012.1
Se estrenó el Lunes 28 de mayo de 2012 en el horario estelar de las
9 p.m. (-5 gmt)
Con un rating de 26,9 puntos y logrando al finalizar el primer
capítulo el pico de 79%, al final logró el 62,7% de share promedio,
logró ser el lanzamiento más visto en la historia de la televisión
colombiana. Finalizó el Lunes 19 de noviembre de 2012 con un rating
de 17,0 puntos y 46,2% de share. Su promedio final en rating fue de
16,0 puntos, siendo así, una de las series más vistas en la
historia de la televisión colombiana. 2
Entre sus protagonistas están el actor Andrés
Parra quien interpreta a Pablo
Escobar, la actriz Angie
Cepeda en su regreso estelar a la televisión colombiana en donde
interpreta a Regina
Parejo, el actor Nicolás
Montero que interpreta al caudillo liberal Luis
Carlos Galán, el actor Ernesto
Benjumea quien hace las veces del asesinado Ministro de Justicia
Rodrigo
Lara Bonilla, la actriz Diana
Hoyos quien interpreta a Nancy Restrepo de Lara y el actor
Christian
Tappan como Gustavo
Gaviria, primo de Pablo
Escobar. Esta Serie es además la apuesta más ambiciosa de
Caracol
Televisión para 2012 ya que cuenta con más de 1.300 actores,
grabada 100 % en exteriores en más de 500 locaciones de
Colombia y Miami,
EE.UU.3
"Escobar, El Patrón del Mal"
es una historia basada en el libro La parábola de Pablo, del
periodista y ex alcalde de Medellín
(2008-2011) Alonso Salazar, basada de varios documentos periodísticos
y testimonios reales, aunque también en relatos ficticios",
según su productora general Juana Uribe, sobrina del político Luis
Carlos Galán, donde también trabaja Carlos Cano -hijo del ex
director del diario El Espectador, Guillermo
Cano.4
Cada día de rodaje en óptica de esta serie tuvo un costo alrededor
de 300 millones pesos (US$164,000).
Su guionista es Juan Camilo Ferrand conocido también por sus otras
series como El
Cartel y libros como Las muñecas de la mafia.Sinopsis
Basada en documentos periodísticos y de testimonios de personas cercanas, esta serie retrata la vida de Pablo Escobar.6La historia comienza entre el operativo que dio muerte a Escobar, y los asesinatos de sus víctimas más destacadas, con escenas reales. Luego, desde sus orígenes como hijo de la profesora de un pueblo cercano a Medellín se ve a un Escobar niño al comienzo frágil, pero que luego desarrolla su faceta pícara bajo la tutela de una matrona antioqueña. Se muestra como a medida que va creciendo Escobar se va haciendo cada vez más ambicioso sin importar lo que cueste. Pasando por sus inicios como delincuente que robaba lápidas y se dedicaba al contrabando y finalmente envolviéndose en el mundo del narcotráfico, donde empieza la historia del hombre más rico en la historia de Colombia, pero también uno de los más peligrosos del mundo.
Alumno:Antonio Jaimes Calderon
Mi otro yo
'RESEÑA
MI OTRO YO''
“Walter es un hombre que ha perdido toda esperanza pero esta punto de descubrir…su voz”
Otra Opinión en la Web
” Toda cinta que se atreve a ser diferente dentro de su temática – y si además cuenta con la interesante dirección de alguien como la Foster – amerita, por lo menos, un visionado y esta es una película interesante, que ofrece bastante y no debe, pese a sus defectos y/o la mala reputación de su protagonista, pasar desapercibida”. – Francisco Peña en www.cinevisiones.blogspot.com
” Toda cinta que se atreve a ser diferente dentro de su temática – y si además cuenta con la interesante dirección de alguien como la Foster – amerita, por lo menos, un visionado y esta es una película interesante, que ofrece bastante y no debe, pese a sus defectos y/o la mala reputación de su protagonista, pasar desapercibida”. – Francisco Peña en www.cinevisiones.blogspot.com
El Sitio Oficial: http://www.thebeaver-movie.com/
Anomalía
Mental
La pareja estelar de “Maverick”, Jodie Foster y Mel Gibson retorna a la pantalla como un matrimonio de clase media con dos hijos, donde el esposo atormentado y deprimido pierde su rumbo mental y a punto de suicidarse, encuentra en una caneca de basura un títere de peluche con forma de castor que se convierte en una especie de conciencia alternativa o su otro yo.
La pareja estelar de “Maverick”, Jodie Foster y Mel Gibson retorna a la pantalla como un matrimonio de clase media con dos hijos, donde el esposo atormentado y deprimido pierde su rumbo mental y a punto de suicidarse, encuentra en una caneca de basura un títere de peluche con forma de castor que se convierte en una especie de conciencia alternativa o su otro yo.
Gibson
con una actuación notable demuestra que también es actor dramático
al encarnar a Walter, un ex ejecutivo exitoso de la industria de
la juguetería quien sufre un colapso mental e invadido de
frustraciones está a punto de perder su familia e inclusive su
propia existencia. La marioneta que se coloca en el brazo izquierdo,
se convierte en insospechada terapia de su depresión y consigue
al principio mejorar de sus traumas, pero conforme transcurre el
tiempo parece estar atado al castor que domina sus acciones y
sentimientos porque no lo deja en ningún instante, dialoga y se
expresa a través de él, involucrándose en la vida afectiva de
su hogar y en el entorno empresarial que aún preside.
Jodie Foster dirige y actúa sin
representar los 48 años de edad que tiene y aporta su talento
ascendente de sus cuatro décadas en el séptimo arte.
Guión interesante que incursiona en el
indescifrable mundo subconsciente, permitiendo con está cinta
crear en un retrato emotivo del ser humano atrapado
por el estrés.
por el estrés.
Alumna:Alondra Carreon Gaona
Informe la Lectura
a de
penetrar en otro ser, pero sólo puede realizarse a condición de
que la
entrega sea mutua. En todas partes es difícil este abandono de sí
mismo; pocos coinciden en
la
entrega y más pocos aún logran trascender esa etapa posesiva y
gozar del amor como lo que
realmente
es: un perpetuo descubrimiento, una inmersión en las aguas de la
realidad y una
recreación
constante. Nosotros concebimos el amor como conquista y como lucha.
No se trata tanto
de
penetrar la realidad, a través de un cuerpo, como de violarla. De
ahí que la imagen del amante
afortunado
—herencia, acaso, del Don Juan español— se confunda con la del
hombre que se vale de
sus
sentimientos —reales o inventados— para obtener a la mujer.
La
simulación es una actividad parecida a la de los actores y puede
expresarse en tantas formas
como
personajes fingimos. Pero el actor, si lo es de veras, se entrega a
su personaje y lo encarna
plenamente,
aunque después, terminada la representación, lo abandone como su
piel la serpiente. El
simulador
jamás se entrega y se olvida de sí, pues dejaría de simular si se
fundiera con su imagen.
Al
mismo tiempo, esa ficción se convierte en una parte inseparable —y
espuria— de su ser: está
condenado
a representar toda su vida, porque entre su personaje y él se ha
establecido una
complicidad
que nada puede romper, excepto la muerte o el sacrificio. La mentira
se instala en su
ser y
se convierte en el fondo último de su personalidad.
Simular
es inventar o, mejor, aparentar y así eludir nuestra condición. La
disimulación exige mayor
sutileza:
el que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible,
pasar desapercibido, sin
renunciar
a su ser. El mexicano excede en el disimulo de sus pasiones y de sí
mismo. Temeroso de
la
mirada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y fantasma,
eco. No camina, se desliza; no
propone,
insinúa; no replica, rezonga; no se queja, sonríe; hasta cuando
canta —si no estalla y se
abre
el pecho— lo hace entre dientes y a media voz, disimulando su
cantar:
Y es
tanta la tiranía
de
esta disimulación
que
aunque de raros anhelos
se me
hincha el corazón,
tengo
miradas de reto
y voz
de resignación.
Quizá
el disimulo nació durante la Colonia. Indios y mestizos tenían,
como en el poema de Reyes,
que
cantar quedo, pues "entre dientes mal se oyen las palabras de
rebelión". El mundo colonial ha
desaparecido,
pero no el temor, la desconfianza y el recelo. Y ahora no solamente
disimulamos
nuestra
cólera sino nuestra ternura. Cuando pide disculpas, la gente del
campo suele decir:
"Disimule
usted, señor". Y disimulamos. Nos disimulamos con tal ahínco
que casi no existimos.
En sus
formas radicales el disimulo llega al mimetismo. El indio se funde
con el paisaje, se
confunde
con la barda blanca en que se apoya por la tarde, con la tierra
obscura en que se tiende a
mediodía,
con el silencio que lo rodea. Se disimula tanto su humana
singularidad que acaba por
abolirla
y se vuelve piedra, pirú, muro, silencio: espacio. No quiero decir
que comulgue con el
Todo,
a la manera panteísta, ni que en un árbol aprehenda todos los
árboles, sino que efectivamente,
esto
es, de una manera concreta y particular, se confunde con un objeto
determinado.
Roger
Caillois observa que el mimetismo no implica siempre una tentativa de
protección contra las
amenazas
virtuales que pululan en el mundo externo. A veces los insectos "se
hacen los muertos" o
imitan
las formas de la materia en descomposición, fascinados por la
muerte, por la inercia del
espacio.
Esta fascinación —fuerza de gravedad, diría yo, de la vida— es
común a todos los seres y
el
hecho de que se exprese como mimetismo confirma que no debemos
considerar a éste
exclusivamente
como un recurso del instinto vital para escapar del peligro y la
muerte.
Defensa
frente al exterior o fascinación ante la muerte, el mimetismo no
consiste tanto en cambiar
de
naturaleza como de apariencia. Es revelador que la apariencia
escogida sea la muerte o la del
espacio
inerte, en reposo. Extenderse, confundirse con el espacio, ser
espacio, es una manera de
rehusarse
a las apariencias, pero también es una manera de ser sólo
Apariencia. El mexicano tiene
tanto
horror a las apariencias, como amor le profesan sus demagogos y
dirigentes. Por eso se
disimula
su propio existir hasta confundirse con los objetos que lo rodean. Y
así, por medio de las
apariencias,
se vuelve sólo Apariencia. Aparenta ser otra cosa e incluso prefiere
la apariencia de la
muerte
o del no ser antes que abrir su intimidad y cambiar. La disimulación
mimética, en fin, es una
de
tantas manifestaciones de nuestro hermetismo. Si el gesticulador
acude al disfraz, los demás
queremos
pasar desapercibidos. En ambos casos ocultamos nuestro ser. Y a veces
lo negamos.
Recuerdo
que una tarde, como oyera un leve ruido en el cuarto vecino al mío,
pregunté en voz alta:
"¿Quién
anda por ahí?". Y la voz de una criada recién llegada de su
pueblo contestó: "No es nadie
señor,
soy yo".
No
sólo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y
fantasmales; también
disimulamos
la existencia de nuestros semejantes. No quiero decir que los
ignoremos o los hagamos
menos,
actos deliberados y soberbios. Los disimulamos de manera más
definitiva y radical: los
ninguneamos.
El ninguneo es una operación que consiste en hacer de Alguien,
Ninguno. La nada de
pronto
se individualiza, se hace cuerpo y ojos, se hace Ninguno.
Don
Nadie, padre español de Ninguno, posee don, vientre, honra, cuenta
en el banco y habla con
voz
fuerte y segura. Don Nadie llena al mundo con su vacía y vocinglera
presencia. Está en todas
partes
y en todos los sitios tiene amigos. Es banquero, embajador, hombre de
empresa. Se pasea por
todos
los salones, lo condecoran en Jamaica, en Estocolmo y en Londres. Don
Nadie es funcionario
o
influyente y tiene una agresiva y engreída manera de no ser. Ninguno
es silencioso y tímido,
resignado.
Es sensible e inteligente. Sonríe siempre, Espera siempre. Y cada
vez que quiere hablar,
tropieza
con un muro de silencio; si saluda encuentra una espalda glacial; si
suplica, llora o grita,
sus
gestos y gritos se pierden en el vacío que don Nadie crea con su
vozarrón. Ninguno no se atreve
a no
ser: oscila, intenta una vez y otra vez ser Alguien. Al fin, entre
vanos gestos, se pierde en el
limbo
de donde surgió.
Sería
un error pensar que los demás le impiden existir. Simplemente
disimulan su existencia, obran
como
si no existiera. Lo nulifican, lo anulan, lo ningunean. Es inútil
que Ninguno hable, publique
libros,
pinte cuadros, se ponga de cabeza. Ninguno es la ausencia de nuestras
miradas, la pausa de
nuestra
conversación, la reticencia de nuestro silencio. Es el nombre que
olvidamos siempre por una
extraña
fatalidad. el eterno ausente, el invitado que no invitamos, el hueco
que no llenamos. Es una
omisión.
Y sin embargo, Ninguno está presente siempre. Es nuestro secreto,
nuestro crimen y
nuestro
remordimiento. Por eso el Ninguneador también se ningunea; él es la
omisión de Alguien.
Y si
todos somos Ninguno, no existe ninguno de nosotros. El círculo se
cierra y la sombra de
Ninguno
se extiende sobre México, asfixia al Gesticulador y lo cubre todo.
En nuestro territorio,
más
fuerte que las pirámides y los sacrificios, que las iglesias, los
motines y los campos populares,
vuelve
a imperar el silencio, anterior a la historia.
''INFORME
DE LECTURA''
El
informe de lectura es un trabajo académiico en el que se da
información y/o expresan juicios de valor, acerca de un libro o de
cualquier fuente documental publicada. En general, se producen dos
tipos de informes, a saber:
a) Informe descriptivo-explicativo: En este escrito, el autor o informante se limita a describir los contenidos de una fuente documental publicada sin expresar juicios valorativos. Ofrece datos acerca de la estructura (partes, capítulos, cantidad de páginas, etc.) y su autor (datos biográficos, trayectoria profesional, etc.). Expica las ideas fundamentales.
b) Informe crítico (valorativo): En este tipo de IL (informe de lectura), el autor sintetiza el contenido y emite juicios críticos u opiniones evaluativas acerca del contenido, tratamiento de los temas, metodología, etc., de una fuente documental. Para ello, hace comparaciones de los temas tratados en la obra con otros estudios de otros autores que trataron el mismo asunto; el crítico discute la validéz de los datos, los juicios, los enfoques, desarrollo y soluciones al problema, buscando proceder con equilibrio en sus juicios y afirmaciones.
Aunque no existen parámetros obligatorios ni fijos para estructurar un IL, se sugiere no confundirlo con un resumen. Un resumen reduce los contenidos de un texto a sus ideas principales. Un IL, en cambio, es un texto que habla de otro texto, el texto fuente (TF), y está destinado no solo a comprobar un saber adquirido sino también a evaluar un saber leer, comprender, relacionar, reflexionar, contextualizar, evaluar, construir saberes nuevos y un saber escribir.
Lo que sigue es una guía para realizar un informe de lectura de tipo crítico (incluye el descriptivo- explicativo)
1 - Referencia bibliográfica:
¿Quién es el autor del texto? ¿Cuál es el título del TF? ¿Dónde y cuándo se publicó?
2 - Cuerpo del informe:
a. Presentación del autor y del TF.
¿Cuál es el texto que va a presentar? ¿Quién lo escribió? ¿Qué tema trata en esta oportunidad? ¿En qué lugar y en qué momento escribió el texto: qué pasaba en el contexto geográfico local e internacional? ¿Qué vínculos tiene este texto con la obra y los intereses del autor? ¿Se trata de una primera aproximación al tema o es el fruto de años de investigación con el tema?
b. Descripción del TF
¿A qué género pertenece el texto: es un artículo de opinión, un ensayo, un artículo de investigación, un informe? ¿A qué ámbito corresponde: circula en un medio masivo, académico, literario, científico? ¿Cuál es la finalidad social del TF: en qué debate/quaestio se incluye, qué problemas intenta resolver? ¿Desde que mirada/marco teórico lo hace: analiza el tema en términos filósoficos, jurídicos, psicológicos, etc.? ¿ Por qué: en qué términos analiza el problema? ¿A qué campo intenta contribuir: aporta conocimientos sobre política, sociología, cultura, comunicación, literatura, etc.?
c. Punto de vista del lector sobre la propuesta del TF.
¿Cuál es el punto de vista sobre la propuesta del autor del TF: es una visión realista, idealista, novedosa, poco convincente? ¿reitera, desarrolla, discute, reafirma propuestas de otros? Si tiene los datos, mencione a cuáles y desarrolle las propuestas.
d. Desarrollo del contenido del TF.
Si el TF es un texto argumentativo, ¿Cuál es la hipótesis que presenta sobre el tema? ¿Cómo hace el autor para convencernos de su hipótesis? ¿Define? ¿Describe? ¿Qué anécdotas cuenta? ¿A quienes cita, qué cita? ¿Qué ejemplos presenta? Desarrollar y explicar.
e. Ideología del TF.
¿Cómo ve el mundo el autor y qué valores parece defender en este texto (ideología)? ¿Con qué discursos de qué autores puede relacionarse este texto?
f. Argumentación personal sobre el TF.
Desarrolle sus argumentos. ¿Está de acuerdo con la visión del mundo que presenta el autor, con los valores que defiende, las creencias que rechaza?
g. Conclusión.
En resumen, cuáles son las ideas más importantes que destacaría del autor y de su opinión personal.
3 - Bibliografía de consulta:
¿Qué textos leyó para hacer este informe? ¿Cuáles son los datos de las publicaciones?
A continuación, y cómo ejemplo, presento un texto fuente y dos informes de lectura, el primero descriptivo-explicativo y el segundo crìtico.
Comunicación y neoliberalismo
____________________________________________________________
(Comentario al texto "En medio del silencio" de Guillermo Solarte
Lindo)
Héctor José Arenas*
En medio del desierto en que prevalece el paisaje uniforme de la
conformidad y la adaptación a lo existente , hallamos valor singular
en las fisuras: en las comunicaciones que se atreven a informar sobre
la degradación de lo existente, su funcionalidad a unos intereses
cada vez mas hiperconcentrados y las sendas de salida del laberinto de
horror en el que nos hallamos. Un terreno crucial del tránsito epocal
en el que nos encontramos inmersos; un mundo que se hunde y un mundo
que nace - es el de la información y la comunicación.
Una doctrina, una forma de entender y valorar, se ha extendido y ha
triunfado sin apelaciones: el universo del pensamiento único, la
lógica del mercado se ha expandido en el planeta, en las mentes , el
tejido comunitario, los cuerpos. En ese triunfo los medios existentes
han cumplido su tarea sin tacha: hacer creer que no hay otro camino
posible que este camino; estupidizar a la gente y lucrar con ello;
ocultar, tergiversar, mentir, desinformar, distraer y lograr que cada
cual sienta que ha de ocuparse tan solo de lo suyo porque el orden
colectivo no es algo que le ataña o si lo siente, sentir que es
impotente para procurar transformarlo. Por otra parte el trabajo de
los medios ha sido convertir en mercancía todo lo que tocan : la
intimidad , los cuerpos , la espiritualidad, la tragedia, la sangre
...si pudieran vender la transmisión en directo del mismo fin del
mundo, correrían tras ello con la velocidad que les caracteriza :la
velocidad que impide pensar.
Tan solo para completar la paradoja de la incomunicación en los tiempo
s de la revolución tecnológica de las comunicaciones, valdría la pena
examinar lo que puede ocurrir en muy poco tiempo cuando los medios no
son ordenados por la lógica del mercado y la ley del espectáculo. ¿Qué
efectos se pueden desencadenar cuando sirven para comunicar
información con valor cívico? ¿Cuando se ocupan de acercar a la
comunidad el acervo espiritual de la humanidad? ¿Cuando no se permite
ni un segundo de publicidad y se dan a conocer los documentos
elaborados por los más consagrados investigadores en diferentes
áreas?¿ Cuando sirven para elevar el conocimiento y no la ignorancia y
los prejuicios entre los pueblos del mundo? ¿Cuándo sirven para
comunicar los mínimos de una cultura política que permita tener
herramientas para resistir la inoculación de información
anestesiante del pensamiento único?......en ese examen , muy necesario
en nuestra consideración, se encontraría que ya hay una isla en medio
del desierto.....con significación para el mundo de la globalización
neoliberal y especial para nosotros los latinoamericanos, que tenemos
independencia formal desde hace 200 años y subditaje real sin solución
de continuidad desde ese momento, por ser depósito de riquezas
naturales extraordinarias, de mano de obra para la maquila y mercado
no despreciable para muchos de los productos de los poderes
corporativos que se adueñaron del gobierno de los Estados Unidos.
También el pueblo de los Estados Unidos, como nuestros pueblos,
resiente el daño que arroja una producción cultural destinada a
adiestrar rebaños en los valores de un consumismo no sostenible que
atenta contra la madre tierra - la nave madre- y resiente la
desinformación y la manipulación de la que es objeto.
Pese a todo ello, podríamos afirmar sin embargo, que en este momento
en el mundo hay miles de islas en medio del desierto expandido. Los
tubos de neón , los deslumbramientos y los diluvios de información que
permitieron el acelerado triunfo de la ley del mercado en todas las
esferas de la existencia humana en el planeta, no pueden ocultar su
putrefacción , hiede por todas partes Aquí y halla se develan los
desastres y se destapan las purulencias en los pasajes que conducen
del dominio de los poderes corporativos a los cascarones de la
política institucional.
Para intentar ser precisos , compartimos la apreciación de varios
analistas sobre la aridez del paisaje existente. Incluso algunas de
sus reflexiones sobre la Red - sus chat y sus navegaciones que distan
como el sol del mar de una conversación y de desplazarse con el ritmo
del agua y el viento - en el sentido de la deshumanización inherente
a las mismas condiciones de esta mutación tecnológica ,el acceso
restringido a la misma y su plegamiento a los intereses corporativos
que ven en ella un mercado excepcional.
En indudable que en este momento prevalece el control casi absoluto
de los medios de comunicación pertenecientes al poder, en Colombia, en
América Latina , en Europa, Estados Unidos, el mundo. Pero este hecho,
terrible porque mantiene el dominio de los poderes que nos han
conducido hasta la barbarie en que nos encontramos, no debe impedir
tener en cuenta que las fisuras se han multiplicado vertiginosamente
en un periodo reciente.
La cerrazón mental operada por los medios de comunicación es
innegable. La desaparición de los oficios ligados a la comunicación
en beneficio de la publicidad es un hecho .En este sentido quizá
valdría la pena señalar que en la estrategia imperial de los Estados
Unidos , analizada por Zinovieb Brzezinsky en su libro "El tablero
Mundial" se identifica al control comunicacional como un eje principal
del dominio global. Con ese control se logra la servidumbre
voluntaria, instaurar formas de valoración y de pensamiento que
facilitan el ejercicio del poder y la expansión de una forma de
organizar la vida colectiva que sirve a los poderes corporativos que
utilizan al gobierno de los Estados Unidos para sus intereses. El
control comunicacional es màs económico y supone menos resistencias
domesticas y exteriores que la apelación directa a la fuerza militar.
En el opúsculo "Como nos venden la moto" de Chomsky y Ramonet se
describe con precisión el uso de los medios para conducir el "rebaño"
donde se quiere: a la guerra, al miedo , al odio, a la soledad, a
creer que se esta loco si se piensa que el mundo podría ser de otra
forma.
El universo de la manipulación brutal o sutil es multidimensional. La
comunicación dominante apunta, como señala Saramago, a la
estupidización colectiva. Con la convergencia de la mutación
tecnológica y la reunión de diversos saberes sobre la percepción, los
condicionamientos, los mecanismos del deseo y la recordación , la
psicología de masas , etc ...se ha logrado llegar a limites no
imaginados. En la obra "Propagandas silenciosas" de Ramonet y en la
pelicula "Truman Show" se presentan muchas facetas de la
configuración programada de los contenidos mentales y la conversión en
espectáculo de la realidad.
Todo eso es lo que impera. Es imposible sustraerse a una realidad que
se comprueba abriendo el periódico del día o encendiendo la
Televisión. Pero, al mismo tiempo , todo eso ya no es . Al triunfar
tan arrasadoramente la ley del mercado expandido, inicio su camino,
quizá mas acelerado que su triunfo , hacia la desaparición. El caudal
creador de la humanidad, de la vida misma, esta represado por esta
forma de organización de la vida económica y mental .Los desastres
humanos y naturales están ahí ,desnudos, pese a haber logrado tornar
invisible lo visible, es tan colosal la destrucción producida que
resulta imposible soslayarla. Es difícil impedir que los niños mueran
de hambre en las calles con spots publicitarios de alimentos o que el
cambio climático no produzca desastres de magnitud imprevisible
porque los "científicos" pagados por las empresas petroleras y con los
altavoces abiertos por los dueños de los "medios de comunicación"
digan que no pasa nada, que habrá más tierras fértiles. Las palabras
que hoy defienden el orden el mercado que nos ha conducido
comunicación humana. La creación de espacios de libertad , deseo,
humor. La siembra del alimento y de ideas , forman parte del mundo que
emerge junto al mundo que se derrumba....cada vez que un estudioso de
lo social dedica una parte de su tiempo a decodificar las astucias
del poder y pone en común su hallazgo , y una activista recoge ese
texto y lo envía a Indymedia, Rebelión, Insignia, El Grano de Arena, y
un estudiante, maestro , un parado , un sindicalista, lo imprime y lo
coloca en una cartelera o tan solo lo lee, el mundo comienza a
cambiar hasta aquí, todavía están, pero suenan huecas, vacías .Es el
silencio de las palabras. Su mudez frente a lo que hay.
Por eso la resistencia singular, colectiva, la comunicación humana. La
creación de espacios de libertad , deseo, humor. La siembra del
alimento y de ideas , forman parte del mundo que emerge junto al mundo
que se derrumba....cada vez que un estudioso de lo social dedica una
parte de su tiempo a decodificar las astucias del poder y pone en
común su hallazgo , y una activista recoge ese texto y lo envía a
Indymedia, Rebelión, Insignia, El Grano de Arena, y un estudiante,
maestro , un parado , un sindicalista, lo imprime y lo coloca en una
cartelera o tan solo lo lee, el mundo comienza a cambiar.
a) Informe descriptivo-explicativo: En este escrito, el autor o informante se limita a describir los contenidos de una fuente documental publicada sin expresar juicios valorativos. Ofrece datos acerca de la estructura (partes, capítulos, cantidad de páginas, etc.) y su autor (datos biográficos, trayectoria profesional, etc.). Expica las ideas fundamentales.
b) Informe crítico (valorativo): En este tipo de IL (informe de lectura), el autor sintetiza el contenido y emite juicios críticos u opiniones evaluativas acerca del contenido, tratamiento de los temas, metodología, etc., de una fuente documental. Para ello, hace comparaciones de los temas tratados en la obra con otros estudios de otros autores que trataron el mismo asunto; el crítico discute la validéz de los datos, los juicios, los enfoques, desarrollo y soluciones al problema, buscando proceder con equilibrio en sus juicios y afirmaciones.
Aunque no existen parámetros obligatorios ni fijos para estructurar un IL, se sugiere no confundirlo con un resumen. Un resumen reduce los contenidos de un texto a sus ideas principales. Un IL, en cambio, es un texto que habla de otro texto, el texto fuente (TF), y está destinado no solo a comprobar un saber adquirido sino también a evaluar un saber leer, comprender, relacionar, reflexionar, contextualizar, evaluar, construir saberes nuevos y un saber escribir.
Lo que sigue es una guía para realizar un informe de lectura de tipo crítico (incluye el descriptivo- explicativo)
1 - Referencia bibliográfica:
¿Quién es el autor del texto? ¿Cuál es el título del TF? ¿Dónde y cuándo se publicó?
2 - Cuerpo del informe:
a. Presentación del autor y del TF.
¿Cuál es el texto que va a presentar? ¿Quién lo escribió? ¿Qué tema trata en esta oportunidad? ¿En qué lugar y en qué momento escribió el texto: qué pasaba en el contexto geográfico local e internacional? ¿Qué vínculos tiene este texto con la obra y los intereses del autor? ¿Se trata de una primera aproximación al tema o es el fruto de años de investigación con el tema?
b. Descripción del TF
¿A qué género pertenece el texto: es un artículo de opinión, un ensayo, un artículo de investigación, un informe? ¿A qué ámbito corresponde: circula en un medio masivo, académico, literario, científico? ¿Cuál es la finalidad social del TF: en qué debate/quaestio se incluye, qué problemas intenta resolver? ¿Desde que mirada/marco teórico lo hace: analiza el tema en términos filósoficos, jurídicos, psicológicos, etc.? ¿ Por qué: en qué términos analiza el problema? ¿A qué campo intenta contribuir: aporta conocimientos sobre política, sociología, cultura, comunicación, literatura, etc.?
c. Punto de vista del lector sobre la propuesta del TF.
¿Cuál es el punto de vista sobre la propuesta del autor del TF: es una visión realista, idealista, novedosa, poco convincente? ¿reitera, desarrolla, discute, reafirma propuestas de otros? Si tiene los datos, mencione a cuáles y desarrolle las propuestas.
d. Desarrollo del contenido del TF.
Si el TF es un texto argumentativo, ¿Cuál es la hipótesis que presenta sobre el tema? ¿Cómo hace el autor para convencernos de su hipótesis? ¿Define? ¿Describe? ¿Qué anécdotas cuenta? ¿A quienes cita, qué cita? ¿Qué ejemplos presenta? Desarrollar y explicar.
e. Ideología del TF.
¿Cómo ve el mundo el autor y qué valores parece defender en este texto (ideología)? ¿Con qué discursos de qué autores puede relacionarse este texto?
f. Argumentación personal sobre el TF.
Desarrolle sus argumentos. ¿Está de acuerdo con la visión del mundo que presenta el autor, con los valores que defiende, las creencias que rechaza?
g. Conclusión.
En resumen, cuáles son las ideas más importantes que destacaría del autor y de su opinión personal.
3 - Bibliografía de consulta:
¿Qué textos leyó para hacer este informe? ¿Cuáles son los datos de las publicaciones?
A continuación, y cómo ejemplo, presento un texto fuente y dos informes de lectura, el primero descriptivo-explicativo y el segundo crìtico.
Comunicación y neoliberalismo
____________________________________________________________
(Comentario al texto "En medio del silencio" de Guillermo Solarte
Lindo)
Héctor José Arenas*
En medio del desierto en que prevalece el paisaje uniforme de la
conformidad y la adaptación a lo existente , hallamos valor singular
en las fisuras: en las comunicaciones que se atreven a informar sobre
la degradación de lo existente, su funcionalidad a unos intereses
cada vez mas hiperconcentrados y las sendas de salida del laberinto de
horror en el que nos hallamos. Un terreno crucial del tránsito epocal
en el que nos encontramos inmersos; un mundo que se hunde y un mundo
que nace - es el de la información y la comunicación.
Una doctrina, una forma de entender y valorar, se ha extendido y ha
triunfado sin apelaciones: el universo del pensamiento único, la
lógica del mercado se ha expandido en el planeta, en las mentes , el
tejido comunitario, los cuerpos. En ese triunfo los medios existentes
han cumplido su tarea sin tacha: hacer creer que no hay otro camino
posible que este camino; estupidizar a la gente y lucrar con ello;
ocultar, tergiversar, mentir, desinformar, distraer y lograr que cada
cual sienta que ha de ocuparse tan solo de lo suyo porque el orden
colectivo no es algo que le ataña o si lo siente, sentir que es
impotente para procurar transformarlo. Por otra parte el trabajo de
los medios ha sido convertir en mercancía todo lo que tocan : la
intimidad , los cuerpos , la espiritualidad, la tragedia, la sangre
...si pudieran vender la transmisión en directo del mismo fin del
mundo, correrían tras ello con la velocidad que les caracteriza :la
velocidad que impide pensar.
Tan solo para completar la paradoja de la incomunicación en los tiempo
s de la revolución tecnológica de las comunicaciones, valdría la pena
examinar lo que puede ocurrir en muy poco tiempo cuando los medios no
son ordenados por la lógica del mercado y la ley del espectáculo. ¿Qué
efectos se pueden desencadenar cuando sirven para comunicar
información con valor cívico? ¿Cuando se ocupan de acercar a la
comunidad el acervo espiritual de la humanidad? ¿Cuando no se permite
ni un segundo de publicidad y se dan a conocer los documentos
elaborados por los más consagrados investigadores en diferentes
áreas?¿ Cuando sirven para elevar el conocimiento y no la ignorancia y
los prejuicios entre los pueblos del mundo? ¿Cuándo sirven para
comunicar los mínimos de una cultura política que permita tener
herramientas para resistir la inoculación de información
anestesiante del pensamiento único?......en ese examen , muy necesario
en nuestra consideración, se encontraría que ya hay una isla en medio
del desierto.....con significación para el mundo de la globalización
neoliberal y especial para nosotros los latinoamericanos, que tenemos
independencia formal desde hace 200 años y subditaje real sin solución
de continuidad desde ese momento, por ser depósito de riquezas
naturales extraordinarias, de mano de obra para la maquila y mercado
no despreciable para muchos de los productos de los poderes
corporativos que se adueñaron del gobierno de los Estados Unidos.
También el pueblo de los Estados Unidos, como nuestros pueblos,
resiente el daño que arroja una producción cultural destinada a
adiestrar rebaños en los valores de un consumismo no sostenible que
atenta contra la madre tierra - la nave madre- y resiente la
desinformación y la manipulación de la que es objeto.
Pese a todo ello, podríamos afirmar sin embargo, que en este momento
en el mundo hay miles de islas en medio del desierto expandido. Los
tubos de neón , los deslumbramientos y los diluvios de información que
permitieron el acelerado triunfo de la ley del mercado en todas las
esferas de la existencia humana en el planeta, no pueden ocultar su
putrefacción , hiede por todas partes Aquí y halla se develan los
desastres y se destapan las purulencias en los pasajes que conducen
del dominio de los poderes corporativos a los cascarones de la
política institucional.
Para intentar ser precisos , compartimos la apreciación de varios
analistas sobre la aridez del paisaje existente. Incluso algunas de
sus reflexiones sobre la Red - sus chat y sus navegaciones que distan
como el sol del mar de una conversación y de desplazarse con el ritmo
del agua y el viento - en el sentido de la deshumanización inherente
a las mismas condiciones de esta mutación tecnológica ,el acceso
restringido a la misma y su plegamiento a los intereses corporativos
que ven en ella un mercado excepcional.
En indudable que en este momento prevalece el control casi absoluto
de los medios de comunicación pertenecientes al poder, en Colombia, en
América Latina , en Europa, Estados Unidos, el mundo. Pero este hecho,
terrible porque mantiene el dominio de los poderes que nos han
conducido hasta la barbarie en que nos encontramos, no debe impedir
tener en cuenta que las fisuras se han multiplicado vertiginosamente
en un periodo reciente.
La cerrazón mental operada por los medios de comunicación es
innegable. La desaparición de los oficios ligados a la comunicación
en beneficio de la publicidad es un hecho .En este sentido quizá
valdría la pena señalar que en la estrategia imperial de los Estados
Unidos , analizada por Zinovieb Brzezinsky en su libro "El tablero
Mundial" se identifica al control comunicacional como un eje principal
del dominio global. Con ese control se logra la servidumbre
voluntaria, instaurar formas de valoración y de pensamiento que
facilitan el ejercicio del poder y la expansión de una forma de
organizar la vida colectiva que sirve a los poderes corporativos que
utilizan al gobierno de los Estados Unidos para sus intereses. El
control comunicacional es màs económico y supone menos resistencias
domesticas y exteriores que la apelación directa a la fuerza militar.
En el opúsculo "Como nos venden la moto" de Chomsky y Ramonet se
describe con precisión el uso de los medios para conducir el "rebaño"
donde se quiere: a la guerra, al miedo , al odio, a la soledad, a
creer que se esta loco si se piensa que el mundo podría ser de otra
forma.
El universo de la manipulación brutal o sutil es multidimensional. La
comunicación dominante apunta, como señala Saramago, a la
estupidización colectiva. Con la convergencia de la mutación
tecnológica y la reunión de diversos saberes sobre la percepción, los
condicionamientos, los mecanismos del deseo y la recordación , la
psicología de masas , etc ...se ha logrado llegar a limites no
imaginados. En la obra "Propagandas silenciosas" de Ramonet y en la
pelicula "Truman Show" se presentan muchas facetas de la
configuración programada de los contenidos mentales y la conversión en
espectáculo de la realidad.
Todo eso es lo que impera. Es imposible sustraerse a una realidad que
se comprueba abriendo el periódico del día o encendiendo la
Televisión. Pero, al mismo tiempo , todo eso ya no es . Al triunfar
tan arrasadoramente la ley del mercado expandido, inicio su camino,
quizá mas acelerado que su triunfo , hacia la desaparición. El caudal
creador de la humanidad, de la vida misma, esta represado por esta
forma de organización de la vida económica y mental .Los desastres
humanos y naturales están ahí ,desnudos, pese a haber logrado tornar
invisible lo visible, es tan colosal la destrucción producida que
resulta imposible soslayarla. Es difícil impedir que los niños mueran
de hambre en las calles con spots publicitarios de alimentos o que el
cambio climático no produzca desastres de magnitud imprevisible
porque los "científicos" pagados por las empresas petroleras y con los
altavoces abiertos por los dueños de los "medios de comunicación"
digan que no pasa nada, que habrá más tierras fértiles. Las palabras
que hoy defienden el orden el mercado que nos ha conducido
comunicación humana. La creación de espacios de libertad , deseo,
humor. La siembra del alimento y de ideas , forman parte del mundo que
emerge junto al mundo que se derrumba....cada vez que un estudioso de
lo social dedica una parte de su tiempo a decodificar las astucias
del poder y pone en común su hallazgo , y una activista recoge ese
texto y lo envía a Indymedia, Rebelión, Insignia, El Grano de Arena, y
un estudiante, maestro , un parado , un sindicalista, lo imprime y lo
coloca en una cartelera o tan solo lo lee, el mundo comienza a
cambiar hasta aquí, todavía están, pero suenan huecas, vacías .Es el
silencio de las palabras. Su mudez frente a lo que hay.
Por eso la resistencia singular, colectiva, la comunicación humana. La
creación de espacios de libertad , deseo, humor. La siembra del
alimento y de ideas , forman parte del mundo que emerge junto al mundo
que se derrumba....cada vez que un estudioso de lo social dedica una
parte de su tiempo a decodificar las astucias del poder y pone en
común su hallazgo , y una activista recoge ese texto y lo envía a
Indymedia, Rebelión, Insignia, El Grano de Arena, y un estudiante,
maestro , un parado , un sindicalista, lo imprime y lo coloca en una
cartelera o tan solo lo lee, el mundo comienza a cambiar.
Alumna:Paloma Sanchez Villa
Mascaras mexicanas
Máscaras
mexicanas"
Corazón
apasionado
disimula
tu tristeza.
Canción
popular
Viejo
o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el
mexicano se me aparece
como
un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro, máscara la
sonrisa. Plantado en su
arisca
soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para
defenderse: el silencio y la palabra,
la
cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de
su intimidad como de la ajena, ni
siquiera
se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede
desencadenar la cólera de esas
almas
cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo
puede herirle, palabras y
sospecha
de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y
alusiones, de puntos
suspensivos;
en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arco iris
súbitos, amenazas
indescifrables.
Aun en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria: "al
buen entendedor pocas
palabras".
En suma, entre la realidad y su persona se establece una muralla, no
por invisible menos
infranqueable,
de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos
del mundo y de los
demás.
Lejos, también, de sí mismo.
El
lenguaje popular refleja hasta qué punto nos defendemos del
exterior: el ideal de la "hombría"
consiste
en no "rajarse" nunca. Los que se "abren" son
cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo
que
ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición.
El mexicano puede doblarse,
humillarse,
"agacharse", pero no "rajarse", esto es, permitir
que el mundo exterior penetre en su
intimidad.
El "rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de
dudosa fidelidad, que cuenta los
secretos
y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las mujeres son
seres inferiores porque,
al
entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en
su sexo, en su "rajada", herida
que
jamás cicatriza.
El
hermetismo es un recurso de nuestro recelo y desconfianza. Muestra
que instintivamente
consideramos
peligroso al medio que nos rodea. Esta reacción se justifica si se
piensa en lo que ha
sido
nuestra historia y en el carácter de la sociedad que hemos creado.
La dureza y la hostilidad del
ambiente
—y esa amenaza, escondida e indefinible, que siempre flota en el
aire— nos obligan a
cerrarnos
al exterior, como esas plantas de la meseta que acumulan sus jugos
tras una cáscara
espinosa.
Pero esta conducta, legítima en su origen, se ha convertido en un
mecanismo que funciona
solo,
automáticamente. Ante la simpatía y la dulzura nuestra respuesta es
la reserva, pues no
sabemos
si esos sentimientos son verdaderos o simulados. Y además, nuestra
integridad masculina
corre
tanto peligro ante la benevolencia como ante la hostilidad. Toda
abertura de nuestro ser
entraña
una disminución de nuestra hombría.
Nuestras
relaciones con los otros hombres también están teñidas de recelo.
Cada vez que el
mexicano
se confía a un amigo o a un conocido, cada vez que se "abre",
abdica. Y teme que el
desprecio
del confidente siga a su entrega. Por eso la confidencia deshonra y
es tan peligrosa para el
que la
hace como para el que la escucha; no nos ahogamos en la fuente que
nos refleja, como
Narciso,
sino que la cegamos. Nuestra cólera no se nutre nada más del temor
de ser utilizados por
nuestros
confidentes —temor general a todos los hombres— sino de la
vergüenza de haber
renunciado
a nuestra soledad. El que se confía, se enajena; "me he vendido
con Fulano", decimos
cuando
nos confiamos a alguien que no lo merece. Esto es, nos hemos
"rajado", alguien ha
penetrado
en el castillo fuerte. La distancia entre hombre y hombre, creadora
del mutuo respeto y la
mutua
seguridad, ha desaparecido. No solamente estamos a merced del
intruso, sino que hemos
abdicado.
Todas
esas expresiones revelan que el mexicano considera la vida como
lucha, concepción que no
lo
distingue del resto de los hombres modernos. El ideal de hombría
para los otros pueblos consiste
en una
abierta y agresiva disposición al combate; nosotros acentuamos el
carácter defensivo, listos a
repeler
el ataque. El "macho" es un ser hermético, encerrado en sí
mismo, capaz de guardarse y
guardar
lo que se le confía. La hombría se mide por la invulnerabilidad
ante las armas enemigas o
ante
los impactos del mundo exterior. El estoicismo es la más alta de
nuestras virtudes guerreras y
políticas.
Nuestra historia está llena de frases y episodios que revelan la
indiferencia de nuestros
héroes
ante el dolor o el peligro. Desde niños nos enseñan a sufrir con
dignidad las derrotas,
concepción
que no carece de grandeza. Y si no todos somos estoicos e impasibles
—como Juárez y
Cuauhtémoc—
al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La
resignación es una de
nuestras
virtudes populares. Más que el brillo de la victoria nos conmueve la
entereza ante la
adversidad.
La
preeminencia de lo cerrado frente a lo abierto no se manifiesta sólo
como impasibilidad y
desconfianza,
ironía y recelo, sino como el amor a la forma. Ésta contiene y
encierra a la intimidad,
impide
sus excesos, reprime sus explosiones, la separa y aísla, la
preserva. La doble influencia
indígena
y española se conjugan en nuestra predilección por la ceremonia,
las fórmulas y el orden.
EL
mexicano, contra lo que supone una superficial interpretación de
nuestra historia, aspira a crear
un
mundo ordenado conforme a principios claros. La agitación y encono
de nuestras luchas
políticas
prueba hasta que punto las nociones jurídicas juegan un papel
importante en nuestra vida
pública.
Y en la de todos los días el mexicano es un hombre que se esfuerza
por ser formal y que
muy
fácilmente se convierte en formulista. Y es explicable. El orden
—jurídico, social, religioso o
artístico—
constituye una esfera segura y estable. En su ámbito basta con
ajustarse a los modelos y
principios
que regulan la vida; nadie, para manifestarse, necesita recurrir a la
continua invención
que
exige una sociedad libre. Quizá nuestro tradicionalismo —que es
una de las constantes de
nuestro
ser y lo que le da coherencia y antigüedad a nuestro pueblo— parte
del amor que
profesamos
a la forma.
Las
complicaciones rituales de la cortesía, la persistencia del
humanismo clásico, el gusto por las
formas
cerradas en la poesía (el soneto y la décima por ejemplo), nuestro
amor por la geometría en
las
artes decorativas, por el dibujo y la composición en la pintura, la
pobreza de nuestro
romanticismo
frente a la excelencia de nuestro arte barroco, el formalismo de
nuestras instituciones
políticas
y, en fin, la peligrosa inclinación que mostramos por la fórmulas
—sociales, morales y
burocráticas—,
son otras tantas excepciones de esta tendencia de nuestro carácter.
El mexicano no
sólo
no se abre; tampoco se derrama.
A
veces las formas nos ahogan. Durante el siglo pasado los liberales
vanamente intentaron someter
la
realidad del país a la camisa de fuerza de la Constitución de 1857.
Los resultados fueron la
Dictadura
de Porfirio Díaz y la Revolución de 1857. En cierto sentido la
historia de México, como
la de
cada mexicano, consiste en una lucha entre las formas y fórmulas en
que se pretende encerrar
a
nuestro ser y las explosiones con que nuestra espontaneidad se venga.
Poca veces la forma ha sido
una
creación original, un equilibrio alcanzado no a expensas sino
gracias a la expresión de nuestros
instintos
y quereres. Nuestras formas jurídicas y morales, por el contrario,
mutilan con frecuencia a
nuestro
ser, nos impiden expresarnos y niegan satisfacción a nuestros
apetitos vitales.
La
preferencia por la forma, inclusive vacía de su contenido, se
manifiesta a lo largo de la historia
de
nuestro arte, desde la época precortesiana hasta nuestros días.
Antonio Castro Leal, en su
excelente
estudio sobre Juan Ruiz de Alarcón, muestra cómo la reserva frente
al romanticismo —
que
es, por definición, expansivo y abierto— se expresa ya en el siglo
XVIII, esto es, antes de que
siquiera
tuviésemos conciencia de nacionalidad. Tenían razón los
contemporáneos de Juan Ruiz de
Alarcón
al acusarlo de entrometido, aunque más bien hablasen de la
deformidad de su cuerpo que
de la
singularidad de su obra. En efecto, la porción más característica
de su teatro niega al de sus
contemporáneos
españoles. Y su negación contiene, en cifra, la que México ha
opuesto siempre a
España.
El teatro de Alarcón es una respuesta a la vitalidad española,
afirmativa y deslumbrante en
esa
época, y que se expresa a través de un gran Sí a la historia y a
las pasiones. Lope exalta el amor,
lo
heroico, lo sobrehumano, lo increíble; Alarcón opone a estas
virtudes desmesuradas otras más
sutiles
y burguesas: la dignidad, la cortesía, el estoicismo melancólico,
un pudor sonriente. Los
problemas
morales interesan poco a Lope, que ama la acción, como todos sus
contemporáneos. Más
tarde
Calderón mostrará el mismo desdén por la psicología; los
conflictos morales y las
oscilaciones,
caídas y cambios del alma humana sólo son metáforas que
transparentan un drama
teológico
cuyos dos personajes son el pecado original y la Gracia divina. En
las comedias más
representativas
de Alarcón, en cambio, el cielo cuenta poco, tan poco como el viento
pasional que
arrebata
a los personajes lopescos. El hombre, nos dice el mexicano, es un
compuesto y el mal y el
bien
se mezclan sutilmente en su alma. En lugar de proceder por síntesis,
utiliza el análisis: el héroe
se
vuelve problema, En varias comedias se plantea la cuestión de la
mentira; ¿hasta qué punto el
mentiroso
de veras miente, de veras se propone engañar?; ¿no es él la
primera víctima de sus
engaños
y no es a sí mismo a quien engaña? El mentiroso se miente a sí
mismo: tiene miedo de sí.
Al
plantearse el problema de la autenticidad, Alarcón anticipa uno de
los temas constantes de
reflexión
del mexicano, que más tarde recogerá Rodolfo Usigli en El
gesticulador.
En el
mundo de Alarcón no triunfan la pasión ni la Gracia; todo se
subordina a lo razonable; sus
arquetipos
son los de la moral que sonríe y perdona. Al substituir los valores
vitales y románticos de
Lope
por los abstractos de una moral universal y razonable, ¿no se evade,
no nos escamotea su
propio
ser? Su negación, como la de México, no afirma nuestra singularidad
frente a la de los
españoles.
Los valores que postula Alarcón pertenecen a todos los hombres y son
una herencia
grecorromana
tanto como una profecía de la moral que impondrá el mundo burgués.
No expresan
nuestra
espontaneidad, ni resuelven nuestros conflictos; son formas que no
hemos creado ni sufrido,
máscaras.
Sólo hasta nuestros días hemos sido capaces de enfrentar al Sí
español un Sí mexicano y
no una
afirmación intelectual, vacía de nuestras peculiaridades. La
Revolución mexicana, al
descubrir
las artes populares, dio origen a la pintura moderna; al descubrir el
lenguaje de los
mexicanos,
creó la nueva poesía.
Si en
la política y el arte el mexicano aspira a crear mundos cerrados, en
la esfera de las relaciones
cotidianas
procura que imperen el pudor, el recato y la reserva ceremoniosa. El
pudor, que nace de
la
vergüenza ante la desnudez propia o ajena, es un reflejo casi físico
entre nosotros. Nada más
alejado
de esta actitud que el miedo al cuerpo, característico de la vida
norteamericana. No nos da
miedo
ni vergüenza nuestro cuerpo; lo afrontamos con naturalidad y lo
vivimos con cierta plenitud
—a
la inversa de lo que ocurre con los puritanos. Para nosotros el
cuerpo existe; da gravedad y
límites
a nuestro ser. Lo sufrimos y gozamos; no es un traje que estamos
acostumbrados a habitar,
ni
algo ajeno a nosotros: somos nuestro cuerpo. Pero las miradas
extrañas nos sobresaltan, porque el
cuerpo
no vela la intimidad, sino la descubre. El pudor, así, tiene un
carácter defensivo, como la
muralla
china de la cortesía o las cercas de los órganos y cactus que
separan en el campo a los
jacales
de los campesinos. Y por eso la virtud que más estimamos en las
mujeres es el recato, como
en los
hombres la reserva. Ellas también deben defender su intimidad.
Sin
duda en nuestra concepción del recato femenino interviene la vanidad
masculina del señor —
que
hemos heredado de indios y españoles. Como casi todos los pueblos,
los mexicanos consideran
a la
mujer como un instrumento, ya de los deseos del hombre, ya de los
fines que le asignan la ley,
la
sociedad o la moral. Fines, hay que decirlo, sobre los que nunca se
le ha pedido su
consentimiento
y en cuya realización participa sólo pasivamente, en tanto que
"depositaria" de
ciertos
valores. Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite
o conserva, pero no crea,
los
valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad. En
un mundo hecho a la imagen de
los
hombres, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer
masculinos. Pasiva, se convierte en
diosa,
amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del
universo: la tierra, madre y
virgen;
activa, es siempre función, medio, canal. La feminidad nunca es un
fin en sí mismo, como lo
es la
hombría.
En
otros países estas funciones se realizan a la luz pública y con
brillo. En algunos se reverencia a
las
prostitutas o a las vírgenes; en otros, se premia a las madres; en
casi todos, se adula y respeta a
la
gran señora. Nosotros preferimos ocultar esas gracias y virtudes. El
secreto debe acompañar a la
mujer.
Pero la mujer no sólo debe ocultarse sino que, además, debe ofrecer
cierta impasibilidad
sonriente
al mundo exterior. Ante el escarceo erótico, debe ser "decente";
ante la adversidad,
"sufrida".
En ambos casos su respuesta no es instintiva ni personal, sino
conforme a un modelo
genérico.
Y ese modelo, como en el caso del "macho", tiende a
subrayar los aspectos defensivos y
pasivos,
en una gama que va desde el pudor y la "decencia" hasta el
estoicismo, la resignación y la
impasibilidad.
La
herencia hispanoárabe no explica completamente esta conducta. La
actitud de los españoles
frente
a las mujeres es muy simple y se expresa, con brutalidad y concisión,
en dos refranes: "la
mujer
en la casa y con la pata rota" y "entre santa y santo,
pared de cal y canto". La mujer es una
fiera
doméstica, lujuriosa y pecadora de nacimiento, a quien hay que
someter con el palo y conducir
con el
"freno de la religión". De ahí que muchos españoles
consideren a las extranjeras —y
especialmente
a las que pertenecen a países de raza o religión diversas a las
suyas— como presa
fácil.
Para los mexicanos la mujer es un ser obscuro, secreto y pasivo. No
se le atribuyen malos
instintos:
se pretende que ni siquiera los tiene. Mejor dicho, no son suyos sino
de la especie; la
mujer
encarna la voluntad de la vida, que es por esencia impersonal. Ser
ella misma, dueña de su
deseo,
su pasión o su capricho, es ser infiel a sí misma. Bastante más
libre y pagano que el español
—como
heredero de las grandes religiones naturalistas precolombinas— el
mexicano no condena al
mundo
natural. Tampoco el amor sexual está teñido de luto y horror, como
en España. La
peligrosidad
no radica en el instinto sino en asumirlo personalmente. Reaparece
así la idea de
pasividad:
tendida o erguida, vestida o desnuda, la mujer nunca es ella misma.
Manifestación
indiferenciada
de la vida, es el canal del apetito cósmico. En ese sentido, no
tiene deseos propios.
Las
norteamericanas proclaman también la ausencia de instintos y deseos,
pero la raíz de su
pretensión
es distinta y hasta contraria. La norteamericana oculta o niega
ciertas partes de su cuerpo
—y,
con más frecuencia, de su psiquis: son inmorales y, por lo tanto, no
existen. Al negarse, se
reprime
su espontaneidad. La mexicana simplemente no tiene voluntad. Su
cuerpo duerme y sólo se
enciende
si alguien lo despierta. Nunca es pregunta, sino respuesta, materia
fácil y vibrante que la
imaginación
y la sensualidad masculina esculpen. Frente a la actividad que
despliegan las otras
mujeres,
que desean cautivar a los hombres a través de la agilidad de su
espíritu o del movimiento
de su
cuerpo, la mexicana opone un cierto hieratismo, un reposo hecho al
mismo tiempo de espera y
desdén.
El hombre revolotea a su alrededor, la festeja, la canta, hace
caracolear su caballo o su
imaginación.
Ella se vela en el recato y la inmovilidad. Es un ídolo. Como todos
los ídolos, es
dueña
de fuerzas magnéticas, cuya efectividad y poder crecen a medida que
el foco emisor es más
pasivo
y secreto. Analogía cósmica: la mujer no busca, atrae. Y el centro
de su atracción es su sexo,
oculto,
pasivo. Inmóvil sol secreto.
Esta
concepción —bastante falsa si se piensa que la mexicana es muy
sensible e inquieta— no la
convierte
en mero objeto, en cosa. La mujer mexicana, como todas las otras, es
un símbolo que
representa
la estabilidad y continuidad de la raza. A su significación cósmica
se alía la social: en la
vida
diaria su función consiste en hacer imperar la ley y el orden, la
piedad y la dulzura. Todos
cuidamos
que nadie "falte al respeto a las señoras", noción
universal, sin duda, pero que en México
se
lleva hasta sus últimas consecuencias. Gracias a ella se suavizan
muchas de las asperezas de
nuestras
relaciones de "hombre a hombre". Naturalmente habría que
preguntar a las mexicanas su
opinión;
ese "respeto" es a veces una hipócrita manera de
sujetarlas e impedirles que se expresen.
Quizá
muchas preferirían ser tratadas con menos "respeto" (que,
por lo demás, se les concede
solamente
en público) y con más libertad y autenticidad. Esto es, como seres
humanos y no como
símbolos
o funciones. Pero, ¿cómo vamos a consentir que ellas se expresen,
si toda nuestra vida
tiende
a paralizarse en una máscara que oculte nuestra identidad?
Ni la
modestia propia, ni la vigilancia social, hacen invulnerable a la
mujer. Tanto por la fatalidad
de su
anatomía "abierta" como por su situación social
—depositaria de la honra, a la española—
está
expuesta a toda clase de peligros, contra los que nada pueden la
moral personal ni la protección
masculina.
El mal radica en ella misma; por naturaleza es un ser "rajado",
abierto. Más, en virtud de
un
mecanismo de compensación fácilmente explicable, se hace virtud de
su flaqueza original y se
crea
el mito de la "sufrida mujer mexicana". El ídolo —siempre
vulnerable, siempre en trance de
convertirse
en ser humano— se transforma en víctima endurecida e insensible al
sufrimiento,
encallecida
a fuerza de sufrir. (Una persona "sufrida" es menos
sensible al dolor que las que apenas
si han
sido tocadas por la adversidad.) Por obra del sufrimiento, las
mujeres se vuelven como los
hombres:
invulnerables, impasibles y estoicas.
Se
dirá que al transformar en virtud algo que debería ser motivo de
vergüenza, sólo pretendemos
descargar
nuestra conciencia y encubrir con una imagen una realidad atroz. Es
cierto, pero también
lo es
que al atribuir a la mujer la misma invulnerabilidad a que aspiramos,
recubrimos con una
inmunidad
moral su fatalidad anatómica, abierta al exterior. Gracias al
sufrimiento, y a su capacidad
para
resistirlo sin protesta, la mujer trasciende su condición y adquiere
los mismos atributos del
hombre.
Es
curioso advertir que la imagen de la "mala mujer" casi
siempre se presenta acompañada de la
idea
de actividad. A la inversa de la "abnegada madre", de la
"novia que espera" y del ídolo
hermético,
seres estáticos, la "mala" va y viene, busca a los
hombres, los abandona. Por un
mecanismo
análogo al descrito más arriba, su extrema movilidad la vuelve
invulnerable. Actividad
e
impudicia se alían en ella y acaban por petrificar su alma. La
"mala" es dura, impía,
independiente,
como el "macho". Por caminos distintos, ella también
transciende su fisiología y se
cierra
al mundo.
Es
significativo, por otra parte, que el homosexualismo masculino sea
considerado con cierta
indulgencia,
por lo que toca al agente activo. El pasivo, al contrario, es un ser
degrado y abyecto. El
juego
de los "albures" —esto es, el combate verbal hecho de
alusiones obscenas y de doble sentido,
que
tanto se practica en la ciudad de México— transparenta esta
ambigua concepción. Cada uno de
los
interlocutores, a través de trampas verbales y de ingeniosas
combinaciones lingüísticas, procura
anonadar
a su adversario; el vencido es el que no puede contestar, el que se
traga las palabras de su
enemigo.
Y esas palabras están teñidas de alusiones sexualmente agresivas:
el perdidoso (sic) es
poseído,
violado, por el otro. Sobre él caen las burlas y escarnios de los
espectadores. Así pues, el
homosexualismo
masculino es tolerado, a condición de que se trate de una violación
del agente
pasivo.
Como en el caso de las relaciones heterosexuales, lo importante es
"no abrirse" y,
simultáneamente,
rajar, herir al contrario.
Me
parece que todas estas actitudes, por diversas que sean sus raíces,
confirman el carácter
"cerrado"
de nuestras reacciones frente al mundo o frente a nuestros
semejantes. Pero no nos bastan
los
mecanismos de preservación y defensa. La simulación, que no acude a
nuestra pasividad sino
que
exige una invención activa y que se recrea a sí misma a cada
instante, es una de nuestras formas
de
conducta habituales. Mentimos por placer y fantasía, sí, como todos
los pueblos imaginativos,
pero
también para ocultarnos y ponernos al abrigo de intrusos. La mentira
posee una importancia
decisiva
en nuestra vida cotidiana, en la política, el amor, la amistad. Con
ella no pretendemos nada
más
engañar a los demás, sino a nosotros mismos. De ahí su fertilidad
y lo que distingue a nuestras
mentiras
de las groseras invenciones de otros pueblos, La mentira es un juego
trágico, en el que
arriesgamos
parte de nuestro ser. Por eso es estéril su denuncia.
El
simulador pretende ser lo que no es. Su actividad reclama una
constante improvisación, un ir
hacia
adelante siempre, entre arenas movedizas. A cada minuto hay que
rehacer, recrear, modificar
el
personaje que fingimos, hasta que llega el momento en que realidad y
apariencia, mentira y
verdad,
se confunden. De tejido de invenciones para deslumbrar al prójimo,
la simulación se trueca
en una
forma superior, por artística, de la realidad. Nuestras mentiras
reflejan, simultáneamente,
nuestras
carencias y nuestros apetitos, lo que no somos y lo que deseamos ser.
Simulando, nos
acercamos
a nuestro modelo y a veces el gesticulador, como ha visto con hondura
Usigli, se funde
con
sus gestos, los hace auténticos. La muerte del profesor Rubio lo
convierte en lo que deseaba ser:
el
general Rubio, un revolucionario sincero y un hombre capaz de
impulsar y purificar a la
Revolución
estancada. En la obra de Usigli el profesor Rubio se inventa a sí
mismo y se transforma
en
general; su mentira es tan verdadera que Navarro, el corrompido, no
tiene más remedio que
volver
a matar en él a su antiguo jefe, el general Rubio. Mata en él la
verdad de la Revolución.
Si por
el camino de la mentira podemos llegar a la autenticidad, un exceso
de sinceridad puede
conducirnos
a formas más refinadas de la mentira. Cuando nos enamoramos nos
"abrimos",
mostramos
nuestra intimidad, ya que una vieja tradición quiere que el que
sufre de amor exhiba sus
heridas
ante la que ama. Pero al descubrir sus llagas de amor, el enamorado
transforma su ser en
una
imagen, en un objeto que entrega a la contemplación de la mujer —y
de sí mismo. Al
mostrarse,
invita a que lo contemplen con los mismos ojos piadosos con que él
se contempla. La
mirada
ajena ya no lo desnuda: lo recubre de piedad. Y al presentarse como
espectáculo y pretender
que se
le mire con los mismos ojos con que él se ve, se evade del juego
erótico, pone a salvo su
verdadero
ser, lo substituye por una imagen. Substrae su intimidad, que se
refugia en sus ojos, esos
ojos
que son nada más contemplación y piedad de sí mismo. Se vuelve su
imagen y la mirada que lo
contempla.
En
todos los tiempos y en todos los climas, las relaciones humanas —y
especialmente las
amorosas—
corren el riesgo de volverse equívocas. Narcisismo y masoquismo no
son tendencias
exclusivas
del mexicano. Pero es notable la frecuencia con que canciones
populares, refranes y
conductas
cotidianas aluden al amor como falsedad y mentira. Casi siempre
eludimos los riesgos de
una
relación desnuda a través de una exageración, en su origen
sincera, de nuestros sentimientos.
Asimismo,
es revelador cómo el carácter combativo del erotismo se acentúa
entre nosotros y se
encona.
El amor es una tentativa de penetrar en otro ser, pero sólo puede
realizarse a condición de
que la
entrega sea mutua. En todas partes es difícil este abandono de sí
mismo; pocos coinciden en
la
entrega y más pocos aún logran trascender esa etapa posesiva y
gozar del amor como lo que
realmente
es: un perpetuo descubrimiento, una inmersión en las aguas de la
realidad y una
recreación
constante. Nosotros concebimos el amor como conquista y como lucha.
No se trata tanto
de
penetrar la realidad, a través de un cuerpo, como de violarla. De
ahí que la imagen del amante
afortunado
—herencia, acaso, del Don Juan español— se confunda con la del
hombre que se vale de
sus
sentimientos —reales o inventados— para obtener a la mujer.
La
simulación es una actividad parecida a la de los actores y puede
expresarse en tantas formas
como
personajes fingimos. Pero el actor, si lo es de veras, se entrega a
su personaje y lo encarna
plenamente,
aunque después, terminada la representación, lo abandone como su
piel la serpiente. El
simulador
jamás se entrega y se olvida de sí, pues dejaría de simular si se
fundiera con su imagen.
Al
mismo tiempo, esa ficción se convierte en una parte inseparable —y
espuria— de su ser: está
condenado
a representar toda su vida, porque entre su personaje y él se ha
establecido una
complicidad
que nada puede romper, excepto la muerte o el sacrificio. La mentira
se instala en su
ser y
se convierte en el fondo último de su personalidad.
Simular
es inventar o, mejor, aparentar y así eludir nuestra condición. La
disimulación exige mayor
sutileza:
el que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible,
pasar desapercibido, sin
renunciar
a su ser. El mexicano excede en el disimulo de sus pasiones y de sí
mismo. Temeroso de
la
mirada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y fantasma,
eco. No camina, se desliza; no
propone,
insinúa; no replica, rezonga; no se queja, sonríe; hasta cuando
canta —si no estalla y se
abre
el pecho— lo hace entre dientes y a media voz, disimulando su
cantar:
Y es
tanta la tiranía
de
esta disimulación
que
aunque de raros anhelos
se me
hincha el corazón,
tengo
miradas de reto
y voz
de resignación.
Quizá
el disimulo nació durante la Colonia. Indios y mestizos tenían,
como en el poema de Reyes,
que
cantar quedo, pues "entre dientes mal se oyen las palabras de
rebelión". El mundo colonial ha
desaparecido,
pero no el temor, la desconfianza y el recelo. Y ahora no solamente
disimulamos
nuestra
cólera sino nuestra ternura. Cuando pide disculpas, la gente del
campo suele decir:
"Disimule
usted, señor". Y disimulamos. Nos disimulamos con tal ahínco
que casi no existimos.
En sus
formas radicales el disimulo llega al mimetismo. El indio se funde
con el paisaje, se
confunde
con la barda blanca en que se apoya por la tarde, con la tierra
obscura en que se tiende a
mediodía,
con el silencio que lo rodea. Se disimula tanto su humana
singularidad que acaba por
abolirla
y se vuelve piedra, pirú, muro, silencio: espacio. No quiero decir
que comulgue con el
Todo,
a la manera panteísta, ni que en un árbol aprehenda todos los
árboles, sino que efectivamente,
esto
es, de una manera concreta y particular, se confunde con un objeto
determinado.
Roger
Caillois observa que el mimetismo no implica siempre una tentativa de
protección contra las
amenazas
virtuales que pululan en el mundo externo. A veces los insectos "se
hacen los muertos" o
imitan
las formas de la materia en descomposición, fascinados por la
muerte, por la inercia del
espacio.
Esta fascinación —fuerza de gravedad, diría yo, de la vida— es
común a todos los seres y
el
hecho de que se exprese como mimetismo confirma que no debemos
considerar a éste
exclusivamente
como un recurso del instinto vital para escapar del peligro y la
muerte.
Defensa
frente al exterior o fascinación ante la muerte, el mimetismo no
consiste tanto en cambiar
de
naturaleza como de apariencia. Es revelador que la apariencia
escogida sea la muerte o la del
espacio
inerte, en reposo. Extenderse, confundirse con el espacio, ser
espacio, es una manera de
rehusarse
a las apariencias, pero también es una manera de ser sólo
Apariencia. El mexicano tiene
tanto
horror a las apariencias, como amor le profesan sus demagogos y
dirigentes. Por eso se
disimula
su propio existir hasta confundirse con los objetos que lo rodean. Y
así, por medio de las
apariencias,
se vuelve sólo Apariencia. Aparenta ser otra cosa e incluso prefiere
la apariencia de la
muerte
o del no ser antes que abrir su intimidad y cambiar. La disimulación
mimética, en fin, es una
de
tantas manifestaciones de nuestro hermetismo. Si el gesticulador
acude al disfraz, los demás
queremos
pasar desapercibidos. En ambos casos ocultamos nuestro ser. Y a veces
lo negamos.
Recuerdo
que una tarde, como oyera un leve ruido en el cuarto vecino al mío,
pregunté en voz alta:
"¿Quién
anda por ahí?". Y la voz de una criada recién llegada de su
pueblo contestó: "No es nadie
señor,
soy yo".
No
sólo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y
fantasmales; también
disimulamos
la existencia de nuestros semejantes. No quiero decir que los
ignoremos o los hagamos
menos,
actos deliberados y soberbios. Los disimulamos de manera más
definitiva y radical: los
ninguneamos.
El ninguneo es una operación que consiste en hacer de Alguien,
Ninguno. La nada de
pronto
se individualiza, se hace cuerpo y ojos, se hace Ninguno.
Don
Nadie, padre español de Ninguno, posee don, vientre, honra, cuenta
en el banco y habla con
voz
fuerte y segura. Don Nadie llena al mundo con su vacía y vocinglera
presencia. Está en todas
partes
y en todos los sitios tiene amigos. Es banquero, embajador, hombre de
empresa. Se pasea por
todos
los salones, lo condecoran en Jamaica, en Estocolmo y en Londres. Don
Nadie es funcionario
o
influyente y tiene una agresiva y engreída manera de no ser. Ninguno
es silencioso y tímido,
resignado.
Es sensible e inteligente. Sonríe siempre, Espera siempre. Y cada
vez que quiere hablar,
tropieza
con un muro de silencio; si saluda encuentra una espalda glacial; si
suplica, llora o grita,
sus
gestos y gritos se pierden en el vacío que don Nadie crea con su
vozarrón. Ninguno no se atreve
a no
ser: oscila, intenta una vez y otra vez ser Alguien. Al fin, entre
vanos gestos, se pierde en el
limbo
de donde surgió.
Sería
un error pensar que los demás le impiden existir. Simplemente
disimulan su existencia, obran
como
si no existiera. Lo nulifican, lo anulan, lo ningunean. Es inútil
que Ninguno hable, publique
libros,
pinte cuadros, se ponga de cabeza. Ninguno es la ausencia de nuestras
miradas, la pausa de
nuestra
conversación, la reticencia de nuestro silencio. Es el nombre que
olvidamos siempre por una
extraña
fatalidad. el eterno ausente, el invitado que no invitamos, el hueco
que no llenamos. Es una
omisión.
Y sin embargo, Ninguno está presente siempre. Es nuestro secreto,
nuestro crimen y
nuestro
remordimiento. Por eso el Ninguneador también se ningunea; él es la
omisión de Alguien.
Y si
todos somos Ninguno, no existe ninguno de nosotros. El círculo se
cierra y la sombra de
Ninguno
se extiende sobre México, asfixia al Gesticulador y lo cubre todo.
En nuestro territorio,
más
fuerte que las pirámides y los sacrificios, que las iglesias, los
motines y los campos populares,
vuelve
a imperar el silencio, anterior a la historia.
Alumno:Cinthia Erandi Mendez Aguilar
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